martes, 26 de noviembre de 2013

Muerte digna: individual, social y profesional.



Con fecha de 25 de este mes de noviembre recibimos la noticia de que una pareja de ancianos se había suicidado en París. Más allá del interés necrológico, me asalta la idea de eso que llamamos “muerte digna”, o “buen morir” o “bien morir; porque ellos se quitaron la vida  reivindicando una “muerte dulce”. Entre las cartas que dejaron a sus hijos, en una de ellas se lamentaban de “No poder irse serenamente porque la legislación francesa prohíbe el suicidio asistido”.

Escribo esta entrada para los compañer@s bloggeros de #CarnavalSalud, que este mes lo dedica a “El derecho a bien morir”.
Y qué mejor inicio que ese primer párrafo, donde descubrimos el principio de decisión libre de personas maduras, puede que en su propia autonomía, incluidos en una vertiente eminentemente personal e individual. Esta pareja no necesito hacer su testamento vital, sus instrucciones previas las tenían más que asumidas desde años atrás. La vida dejó de tener un carácter de santidad, de aquello que no puede ser violado ni tocado; aquello que debe perdurar per se. Sus vidas les pertenecían, no hubo intermediarios, ni políticos ni religiosos, hicieron aquello que querían, sin más.

La segunda parte de este post es aquel que mira a la reacción social que da recibir esta noticia. Consciente de que esta actitud es generalizada, deberíamos de aportar algo positivo a este hecho, y dejar de hacer o un pacto de silencio con la muerte o un irrefrenable ataque a estas actitudes. Quienes somos para decidir por otros, quienes somos para no admitir la decisión de otros. La cultura negadora y temerosa de la idea de la muerte arrastra una medicalización exagerada del proceso de la vida y a formas de morir inhumanas, alejadas del concepto “buen morir”. Eso es lo que queremos, quizás. Para nosotros y para los demás. La sociedad debería de peinarse esa caspa que no la deja pensar, serena, sobre este tema.

En otro orden, con la ley andaluza sobre Muerte Digna (Ley de Derechos y Garantías de las Personas ante el Proceso de la Muerte), se abrió una senda hacia  el ejercicio de los derechos del paciente durante la última etapa de la vida para asegurar su autonomía y el respeto a su voluntad, así como los deberes de los profesionales encargados de la atención y las funciones de las instituciones y centros sanitarios. Le siguieron Aragón y Navarra. Se daba un paso más en la asistencia al paciente al final de la vida, teñido por el principio de autonomía, y donde el profesional sanitario deberá de conectar directamente con este. Incluso, la figura de la enfermera tiene un papel distinto. Ahora su recomendaciones, es decir, su voz, tendrá que se oída.  

Tras formas de ver el buen morir, tres formas de atender al paciente.


Vayan estas líneas para reconocer el valor de uno de los profesionales más dedicados a la vida y  a la muerte. Cuando escribo estas líneas me dan la noticia del fallecimiento de Albert J Jovell, en nuestra memoria, descase en paz. Como ya dijo:

"Nada enseña más que sentir que te queda poco tiempo"


4 comentarios:

  1. Hola tu site está excelente, me encantaría enlazarte en mi blog. Por mi parte te pediría un enlace hacia mi web dentro de un articulo de tu blog o enlace y asi beneficiar ambas con mas visitas.

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  2. Interesante debate, que creo supera el ámbito profesional. Como médico me gustaría cuidar hasta el final a los que quieren morir, en cuidados paliativos no nos parece que la actitud de esta pareja sea tan generalizada, y entendemos que los pasos para asegurar una muerte digna deben ir sobre todo en la dirección de asegurar una atención integral a los que sufren, porque podemos transformar ese sufrimiento en esperanza, y lo vemos muchas veces, y lo conseguimos manteniendo la autonomía, sin negarle nada al paciente, bien al contrario dándole el máximo control sobre su vida.

    Creo que todos somos personas en relación con otros, si la muerte de la pareja de París no me afecta, si no me afecta que alguien pierda el sentido de su vida, quizás estemos llegando a "un mundo feliz". Lo único claro que tengo en relación con este tema de la muerte es que soy médico para sanar a la persona enferma, para estar junto a ellos hasta el final, como médico no me toca ayudar a este tipo de muerte, porque no depende de la salud de las personas.

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