domingo, 28 de octubre de 2012

De la filosofía y la muerte, o viceversa.


Después de la ajetreada agenda que fue el seguimiento del Congreso Multidisciplinar sobre el TestamentoVital, tocaba dar tranquilidad, paz y sosiego al ego permanente de la búsqueda de conocimientos.

Que mejor manera de atrapar esa plenitud a través de algún libro. Un libro de pensadores, un libro para pensar. En mis manos cayó el libro Ensayos de Michel de Montaigne, editado por Filosofía Hoy.




Este pensador nacido en el siglo XVI, encarna al inventor de la filosofía aplicada, dando importancia a los comportamientos morales. Sus ideas y su espíritu le acerca mucho a la nuestra cultura cotidiana. Tanto es así que entre sus ensayos hallé el título de uno de ellos: “Que filosofar es prepararse a morir”. Posiblemente esta afirmación no sea del todo suya –ni mía, claro está- y se deba a Cicerón, quien opinaba que “filosofar no es otra cosa que disponerse a la muerteOtro filósofo de cabecera como Platón señalaba que: “Aquellos que se dedican a la filosofía propiamente hablando están ni más ni menos que preparándose a sí mismos para el momento y el estado de la muerte

Cuando nos han enseñado especialista de distintas disciplinas que hoy por hoy, el ciudadano no realiza su testamento vital por miedo o temor a disponerse a pensar en la muerte, enfrentarse a ella; aunque, según nos revela Montaigne: toda la sabiduría y razonamiento del mundo se concentran en un punto: el de enseñarnos a no tener miedo de morir. Como verán de rabiosa actualidad en el mundo de la bioética.

No todos pasan por la pobreza, el dolor u otras miserias; pero ineludiblemente no es posible la indiferencia ante la muerte, porque la muerte es inevitable. Increpa Montaigne en su ensayo a la sociedad: “El remedio del vulgo es no pensar en ella, ¿más que brutal estupidez puede provenir una tan grosera ceguera?" Hasta se queja de que en tiempos de los romanos la palabra muerte estaba expresada en forma de perífrasis: cesación de vivir.

Parece increíble que en el transcurso de cinco siglos sigamos los seres humanos en la misma batalla. Damos la espalda a la realidad, o igual nuestra hipócrita salud cultural (en horas bajas) hace que no hablemos de temas, de antemano, tabús. Otra frase de Montaigne nos pone sobreaviso: “Sigamos el camino opuesto al ordinario, quitémosle la extrañeza, habituémonos, acostumbrémonos a ella

Deberemos de estar más dispuestos a hablar de temas que realmente importan, en los que es preciso estar "calzados y prestos", estar preparados a asimilar el fin del viaje, sin temores ni desdichas; aunque sea viendo la televisión en el sofá. Porque la muerte es la condición de vuestra naturaleza, es una parte de nosotros mismos, si se menosprecia huimos de nosotros mismos.

Pues no queda otra que seguir el camino de M. de Montaigne, filosofemos que así nos prepararemos a la muerte. 
Salud.


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