Después de la ajetreada
agenda que fue el seguimiento del Congreso Multidisciplinar sobre el TestamentoVital, tocaba dar tranquilidad, paz y sosiego al ego permanente de la búsqueda
de conocimientos.
Que mejor manera de atrapar
esa plenitud a través de algún libro. Un libro de pensadores, un libro para
pensar. En mis manos cayó el libro Ensayos de Michel de Montaigne, editado
por Filosofía Hoy.
Este pensador nacido en el
siglo XVI, encarna al inventor de la filosofía aplicada, dando importancia a los
comportamientos morales. Sus ideas y su espíritu le acerca mucho a la nuestra
cultura cotidiana. Tanto es así que entre sus ensayos hallé el título de uno de
ellos: “Que filosofar es prepararse a morir”. Posiblemente esta afirmación no
sea del todo suya –ni mía, claro está- y se deba a Cicerón, quien opinaba que “filosofar no es otra cosa que disponerse
a la muerte” Otro filósofo de cabecera como Platón señalaba que: “Aquellos que se dedican a la filosofía propiamente
hablando están ni más ni menos que preparándose a sí mismos para el momento y
el estado de la muerte”
Cuando nos han enseñado
especialista de distintas disciplinas que hoy por hoy, el ciudadano no realiza
su testamento vital por miedo o temor a disponerse a pensar en la muerte,
enfrentarse a ella; aunque, según nos revela Montaigne: toda la sabiduría y
razonamiento del mundo se concentran en un punto: el de enseñarnos a no tener
miedo de morir. Como verán de rabiosa actualidad en el mundo de la bioética.
No todos pasan por la
pobreza, el dolor u otras miserias; pero ineludiblemente no es posible la
indiferencia ante la muerte, porque la muerte es inevitable. Increpa Montaigne
en su ensayo a la sociedad: “El remedio del vulgo es no pensar en ella, ¿más
que brutal estupidez puede provenir una tan grosera ceguera?" Hasta se queja de
que en tiempos de los romanos la palabra muerte estaba expresada en forma de
perífrasis: cesación de vivir.
Parece increíble que en el
transcurso de cinco siglos sigamos los seres humanos en la misma batalla. Damos
la espalda a la realidad, o igual nuestra hipócrita salud cultural (en horas
bajas) hace que no hablemos de temas, de antemano, tabús. Otra frase de
Montaigne nos pone sobreaviso: “Sigamos el camino opuesto al ordinario,
quitémosle la extrañeza, habituémonos, acostumbrémonos a ella”
Deberemos de estar más dispuestos a hablar de temas que realmente importan, en los que es preciso estar "calzados y prestos", estar preparados a asimilar el fin del viaje, sin temores ni desdichas; aunque sea viendo la televisión en el sofá. Porque la muerte es la condición de vuestra naturaleza, es una parte de nosotros mismos, si se menosprecia huimos de nosotros mismos.
Pues no queda otra que seguir el camino de M. de Montaigne, filosofemos que así nos prepararemos a la muerte.
Salud.
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