El pasado sábado 5 de febrero tuve la suerte, o la valiosa ocasión, de asistir a la clase impartida por el Prof. Dr. Carlos Guillén Gestoso, catedrático en Psicología Social y vicedecano de la Facultad de Ciencias del Trabajo de la Universidad de Cádiz., dentro de las actividades del Máster de Investigación e innovación en cuidados de salud, de la Universidad de Cádiz. Disertó sobre el liderazgo y la mediación.
Apuntó que el Líder "es aquella persona que atrae a la gente hacia él de forma natural y espontánea". Un líder sería aquél “a quienes otros desean y están dispuestos a seguir”. Entre las habilidades del líder debe estar el ser ético. En este apartado de su conferencia realizó una referencia a un libro de Adela Cortina: Ética sin moral. (Ética sin moral. Madrid: Tecnos, 2007. 318 pp. 7ª edición.)
El mejor comentario a Adela Cortina se lo hace el gran filósofo José Luis Aranguren:
“Adela Cortina, catedrática de Ética en la Universidad de Valencia, es una auténtica intelectual, pero no se ajusta al estereotipo de lo que se suele entender por tal: teórico puro sin contacto con la realidad, que especula, dice y se desdice porque contempla… Adela, escolar en el mejor sentido de la palabra, es decir, nada dilettante ni literaria, sabe a qué atenerse, lo que de ningún modo significa que sea acríticamente seguidora de J. Habermas y ni tan siquiera de K. 0. Apel.”
Aunque me inclino más por el libro Ética mínima. (Ética mínima: Introducción a la filosofía práctica. Madrid: Tecnos, 2008. 343 pp. 13ª edición. ISBN 84-309-1748-9. (Prólogo de José Luis Aranguren).Posiblemente porque dedica algún que otro párrafo a las éticas aplicadas.
“El segundo gran acontecimiento de estos últimos tiempos es el fortalecimiento de las éticas aplicadas y su arrolladora implantación en la vida social y filosófica”. Añade inmediatamente que: “Sectores profesionales como médicos y enfermeras, periodistas y trabajadores de los medios de comunicación, junto a eticistas, han trabajado en la elaboración de los principios éticos de sus profesiones, detección de valores éticos fundamentales…”
Volviendo al profesor Guillén, insiste en que debe de existir un liderazgo sumergido en la ética. Otros autores afirman que el liderazgo ético debería estar (puede estarlo, o no) fundamentado en virtudes, en la propia condición humana, en el respeto a la persona, centro de toda empresa, en valores antropológicos, propios del hombre. El liderazgo ético es antropológico porque toma como referencia primera y última al propio hombre, a la persona.
En definitva, en el interior del líder, y del mediador me atrevería a decir, tiene que existir un importante impronta ética. De esta forma el liderazgo se convierte en transformador: liderazgo transformacional. El “Liderazgo transformador, es el liderazgo pensado como una función requerida para impulsar, producir y consolidar cambios sociales u organizacionales; enfrentar problemas y facilitar soluciones que requieran de acciones colectivas”, pero esto se dará si el liderazgo tiene credibilidad, será efectivo sostenible en el tiempo, si cada uno de los lideres actúa en forma ética.
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